Lunes, inicio de la semana laboral y coincidentemente inicio del mes, irrumpe bruscamente en la sala de reuniones el gerente general, toma asiento y formula al equipo las siguientes preguntas: ¿Cómo es que llegamos a esta situación? ¿Cómo nadie de los aquí presentes se dio cuenta que estábamos cayendo al vacío? ¿Cómo esperamos tanto tiempo para tener esta conversación? ¿Quién es el responsable de que estemos así?
Las respuestas no llegaron y el silencio se apoderó del lugar, y es que ninguno de los allí presente tenía bien en claro hacia dónde querían ir, dónde querían estar… la empresa se comportaba como un barco a la deriva… como Alicia en el País de las Maravillas.
En Paraguay más del 95% de las empresas son MIPYMES, la mayoría gerenciadas por sus propios dueños, emprendedores que han sabido materializar sus ideas con sudor y esfuerzo, muchos de ellos de manera empírica, sin conocimiento teórico, a puro prueba y error, eso sí, con la idea clara de generar ingresos que le permita una vida digna y, si se da, crecer, generar empleo y heredar a sus hijos y nietos una fuente de ingresos para el futuro.
La verdad es que las empresas nacen, se desarrollan, crecen y maduran y llegan a una etapa de declive; En el mejor de los casos este ciclo es largo y hasta sobrevive al fundador, en otros, si bien se cumple el ciclo, el mismo se desarrolla de manera acelerada como consecuencia, casi siempre, de las malas decisiones tomadas o de decisiones no tomadas por el gerente de manera oportuna.
Cuando se ha superado la etapa inicial, con sus idas y vueltas, pasado por un desarrollo que permite cierta estabilidad y la rentabilidad necesaria para mantener a flote lo que una vez fue un emprendimiento, por lo general, las empresas sobrevivientes utilizan la planificación estratégica para hacer crecer su negocio y llegar a la etapa de madurez .
Las empresas que no planifican estratégicamente llegan a la madurez inmaduros, como niños con mayoría de edad, desperdiciando oportunidades o siendo embestidos por las realidades del mercado, encontrándose en situaciones como las descritas al inicio del artículo.
¿Dónde vamos? es una de las primeras preguntas que se deben responder, es comprender hacia dónde va la empresa en las condiciones actuales, permite muchas veces encender la voz de alerta, y predecir qué sucederá si no se toman las medidas necesarias.
¿Dónde estamos? cuestionamiento que permite analizar la situación actual de la empresa, una foto del momento, el presente, el hoy con sus luces y sombras.
¿De dónde venimos? pregunta que respondida permite analizar el pasado, la historia, el cómo se llegó hasta aquí, aprender de los errores cometidos, inspirar y celebrar los aciertos.
¿Dónde queremos estar? diferente a ¿Dónde vamos? esta pregunta permite a partir de donde estamos (el presente) definir el futuro deseado, que posteriormente servirá junto con la respuesta a la pregunta ¿Dónde podemos estar? para la definición o redefinición de la Visión a corto y/o largo plazo.
¿Dónde podemos estar? responder esta pregunta permite bajar los pies a la tierra, analizar los recursos disponibles y definir las prioridades.
A partir de aquí, el proceso de planificación estratégica sigue su curso, identificando fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas, definiendo estrategias que permitan alcanzar la Visión, y estableciendo objetivos y metas para materializarlas.
Por Luis Cárdenas, Socio Principal en Q Consulting